Alguien me ha traído a la memoria un artículo que escribí justo cuando dieron el alta a Merceditas en el área de Neonatos. Por eso, y por Justicia al no haberme acordado de mencionarlos en mi anterior entrada, y porque viene perfectamente a colación, quiero compartirlo con vosotros.
Estoy seguro que a más de uno, esa estampa, le ha resultado familiar en su vida.
…
Dicen que cuando un recién nacido te agarra con su manita, te tiene atrapado para siempre. Es una verdad como un templo, y algo que no tienes que explicarle demasiado a quien ha sido padre. Otra verdad indiscutible, aunque más científica, da la razón al genio Alberto Einstein, interpretado a lo bestia, cuando dijo algo así como todo es relativo, se demuestra día tras día en algún rincón escondido de cada hospital, en las unidades de Neonatología.
Es un auténtico mundo paralelo, al margen de cualquier elemento extraño que no tenga que ver con la paciencia, el cariño y la esperanza, donde el tiempo va otro ritmo, y el concepto de “importancia” difiere muy mucho del que se tiene en otros sitios. Los éxitos se miden en gramos y las victorias se celebran en voz baja, para no molestar. Es el rincón donde se encuentran esos pequeños luchadores que, por muy diversas causas, necesitan mayor atención. Lo de pequeños, va por su estatura, y no hace ninguna justicia a la magnitud de lo que consiguen esas increíbles personitas a cada paso de minutero.
Los casos que guardan las carpetas de los historiales de esos bebés rozan lo dramático, y explican de sobra que el pasillo desde los ascensores hasta esa estancia recoja más lágrimas que el más multitudinario de los velatorios. Pero, una vez se llega a la sala, las lágrimas se esconden, se secan, se tragan, porque es regla de oro para los padres que pisan ese espacio transmitir toda la positividad del mundo a sus críos. La historia se repite a diario, y las largas caras de los padres que se estrenan en la experiencia, al poco se tornan en radiantes por constatar la más mínima evolución.
Asusta, inevitablemente, de primeras. Pero consuela y alivia ver cómo se desarrolla todo. De puertas para adentro no se sabe tirar la toalla, ni hay imposibles.
Sencillamente increíbles, son las ganas que se palpan en las incubadoras por sentir a una madre en cada toma, a las tres, a las seis, a las doce… Y, entre toma y toma, impagable la labor de esos guardianes de la casa que van vestidos de azul, de verde o con amables estampados infantiles. Reconforta sólo con ver cómo tratan a “sus niños”, siempre con un piropo en la boca y un mimo que les sale del alma y acaricia, seguro, el minúsculo corazón de tan delicados pacientes.
Luego, las horas se llevan mejor en compañía de otras madres, en espontánea terapia de grupo, allá en el lactario, blanco manantial de vida donde cada gota conseguida sabe a gloria regalada para los pequeños. Será solamente uno los primeros gestos de sacrificio de una madre por su retoño, muestra de lo que le esperará para los restos, y que sólo ella sabrá lo que cuesta sumar calostro y calostro hasta que se abre paso el líquido tesoro.
Cada historia, en particular, es digna de elogio, y cada bebé, de monumento. Se desarrolla una curiosa empatía para con el resto de familias en parecida situación, y se comparten alegrías y penas por igual entre los presentes. Es tan intensa la vivencia, que no puedes extraerte de lo que suceda a tu alrededor más inmediato. En cuestión de horas ya le pones carita y nombre a cada cubículo y, por supuesto, conoces su razón de estar allí.
Maravillosamente, las circunstancias mandan, y hace coincidir a personas que jamás lo hubieran hecho desde sus respectivos hábitats, cada uno con su estilo, procedencia o religión, generándose una auténtica y admirable red social, siempre abierta a nuevos integrantes. De manera automática, se transmite de unos a otros una misma filosofía. Sin pedirlo, todo recién llegado encuentra siempre un sincero apoyo de los que llevan más tiempo.
En Neonatos se vive el milagro de la vida a diario, en mil y una formas de expresión, un milagro que se graba a fuego en las mentes de quienes han pasado por ello, y que, por fuerza, aporta una perspectiva enriquecedoramente distinta y de agradecer, sensación en la que coincide todo aquél al que le toca vivirlo, encantado de haber topado con semejante calidad humana por metro cuadrado.
Ito!! me emociono al leerlo..Cuanta razon!! Muchas gracias a todos los que estan ahi cuidando de los pequenos guerreros!!
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Muchísimas gracias, Helen. Un día de estos, tenemos que contar vuestra historia. Es impresionante…
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Adelante
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Ahí vamos…
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podria leer este articulo todos los dias el resto de mi vida y nunca dejaria de emocionarme. Creo que tienes un don y que eres capaz de expresar con palabras las emociones que todos sentimos en circunstancias parecidas.
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Hace tiempo leí que las emociones se viven, se sienten, se reconocen pero solo una parte de ellas se puede expresar con palabras y lo grabé en mi mente ipso facto ,eso es justamente lo que hacéis vosotros con cada una de las entradas de este blog: EMOCIONAR a cada una de las personas que os seguimos ya sean familiares, amigos, conocidos, gente anónima…
El diccionario nos dice que la raíz latina de la palabra EMOCIÓN es emovere formada por el verbo «motere»que significa mover y el prefijo » e» que significa alejarse por lo tanto, entedemos la emoción como un impulso que nos invita a actuar y eso es justamente lo que estáis haciendo vosotros, dar ese impulso para que todos los que os seguimos a través de este maravilloso blog aportemos nuestro granito de arena.
Las emociones son impulsos, energías que se desplazan,que se mueven que hacen que según la situación decidamos luchar o abandonar, siempre hay dos opciones, en este caso, vosotros habéis cogido la elección correcta la de LUCHAR contra viento y marea, sin parar ni tirar la toalla para conseguir un objetivo: que esa sonrisa tierna y maravillosa de Merceditas que nos ha encandilado a todos siga contagiándonos ,emocionándonos y brillando más que nunca contando con la ayuda de su familia, los grandes profesionales ( que hay muchos) así como de todos aquellos que os seguimos ayudando en todo lo que esté en nuestra mano.
Ánimo y adelante.
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La emoción también llega a nuestra casa sumando apoyos vuestros… Abrazo fuerte.
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¡Ito!
Soy Cristina, de Siena. He llegado aquí a través quien te ha hecho recordar el artículo (es una liante, al final mi segunda hija se llama como ella).
Manías de una no me gustan las redes sociales, pero por gente como vosotros habrá que salir del ostracismo. Eso sí, no me hagas tener que tener Facebook para enterarme de la Fundación y cómo formar parte…
Un besazo y ¡encantada de conocer a tu familia!.
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Hombre, una alegría encontrarte, y más todavía por aquí. No te preocupes. Te lo contaremos en primer persona. Bs.
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Enhorabuena a estos pedazos de padres que tiene mercedita gracias a dios a estos niños tan especiales les saben dar unos padres con grandes talentos . El dia q conoci a mercedes en acpacys me transmitio muchisimo ella y su mama la verdad que emocionan mucho estas palabras que un padrazo escribe a un encanto tan pequeñin .
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Muchas gracias, SuperMamá..!
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El área de Neonatos, me has tocado la fibra sensible. Mis dos hijos han pasado por allí. El primero, Álvaro, luchó con todas sus fuerzas durante tres días interminables pero al final no aguantó más. Ni un solo día pasa sin que me acuerde de él, y va para dos años. Gracias a los neonatologos (muy especialmente a una de ellas, que luchó contra todo pronóstico por sacar adelante al niño, conocí a mi primer hijo, y no habrá días suficientes en mi vida para agradecerle los tres días que me dio con Alvaro. Con el segundo, Carlos, que hoy está aquí en su cunita a mi lado, la historia se empieza a torcer en la ecografía de las 20 semanas, no me voy a extender en el caso, pero otra vez la misma pediatra neonatologa, apareció allí el día de la cesárea porqué sí, sin ser su obligación, para estar con nosotros. Todo salió bien. En neonatología del Hospital Reina Sofia son especiales, no existen palabras con las que contar lo que hacen allí y sobre todo con que cariño lo hacen. Tu párrafo «es un auténtico mundo paralelo…» No puede describir mejor lo que allí se siente. Gracias por compartir tus reflexiones.
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Es verdad, Álvaro. Es inevitable volver a sentirlo cada vez que te recuerdan aquel escenario. Juraría que me vienen a la cabeza los olores, la luz ambiente de cada toma, hasta el tintineo de los frascos de los biberones cuando los trae una enfermera directamente del lactario. Todo aquello es muy intenso, y vosotros, además, lo habéis vivido hasta el extremo. Un abrazo fortísimo, para vosotros y para Carlitos…
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Cuando quieras Ito!!
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