sólo un año, todo un año

 

shutterstock_250638934.jpgAl final de todo, uno no recuerda ya cuántos minutos pasó esperando algo, ni cuántas horas duró el mejor fin de semana de su vida. La forma de medir el tiempo es algo desfasado, pero lo aceptamos por tener algo con lo que contar su transcurso.

Dicen que el tiempo pasado se mide en ratos. Si me apuras, en ratitos, si fueron agradables, o un buen rato, si es que costaron más pasarlos. En tragos, cuando hicieron dura mella en ti o incluso en suspiros, si te supieron a muy poco.

Dicen también que el tiempo presente se mide en momentos, y que pueden estirarse todo lo que uno quiera. Que se pueden saborear si uno se lo propone y se empeña, o que se pueden esfumar como el aire si no le prestas demasiada atención.

Dicen que el tiempo futuro se mide por sueños y que, como hacen los niños antes de acostarse, se pueden preparar, deseándolos, formándolos bien en tu cabeza para encontrártelos después en tu almohada, en mitad de la noche, y que, entonces, los sientes como si fueran así de reales.

Esta noche se oirán doce golpes de campana, doce cinceles de martillo en un bronce o doce toques de guitarra, lo que tu quieras, para recordarte que el tiempo pasa, y que es lo único de este mundo que nunca podrás ni acumular ni comprar ni retener. Imagina un pequeño duende cabalgando sobre el segundero, y que arrea o frena a su antojo la larga aguja para jugar con tu sentido del tiempo.

Eso es lo que hay, y al final, como digo, sólo te quedará lo que tu memoria quiera que quede. Dicen que el tiempo tiene dos caras, y que puede ser tan cruel como dulce, tan leal como traicionero y tan eterno como escaso, según las circunstancias.

Ratos, momentos y sueños, todo mezclado. Piénsalo, al final de todo, sólo está en tu mano que, cuando lo dejes escapar, sea tiempo perdido o tiempo vivido.

Ha pasado sólo un año, y a nosotros nos ha sabido a poco. Lo tomamos con tantas ganas que nos parece estar todavía escribiendo «Feliz 2015» en nuestras felicitaciones. Ha pasado todo un año, y le hemos sacado jugo, vaya que sí. Ya tenemos nuestra Fundación, y en el saco un millón de apoyos que se multiplica a cada paso que damos.

Así da gusto. A por otro. Gracias a todos, y que el año que empieza mañana venga cargado de cositas buenas para todos. Seguro que sí. ¿Lo notas? Ya huele a Magia…

en estas fechas, amores piojos

christmas

Sé que corro el riesgo de volverme repetitivo una y otra vez con lo mucho que hay que volcarse con los hijos, pero es que no puedo evitarlo.

Cuando algo ocupa tu pensamiento la mayor parte de tu tiempo puede rozar la obsesión pero, ¿y si lo haces queriendo? ¿Y si disfrutas tanto con ello que, a la más mínima excusa, ya estás buscando en tu cabeza imágenes de tus niñas que te vengan a a alegrar el día?

Se acerca la Navidad, y por fuerza te vuelves más ñoño, más vulnerable a esas cosas, a pasar más rato con ellas, a dar una vuelta por la calle para que se vuelvan locas con el ambiente y las luces, a regatear con lo que incluir o no en la carta de los Reyes…

En fin, el cuento de la Navidad tiene por protagonista un niño y, como todos los cuentos, es para los niños.

Creo que no hay que evitar esta querencia que tenemos algunos para volver a pensar como ellos durante estos días. Ayer, mi hija mayor, de 6 años, me dio un Christmas, con tres gatitos monísimos bajo un manto de estrellas de purpurina. En otras circunstancias le hubiera corregido las tres o cuatro faltas que tuvo en sólo dos líneas. Ayer, precisamente, me mordí la lengua porque me hizo mil veces más ilusión el gesto, tan infantil y espontáneo, que cualquier otra cosa.

Leo: «Felizes Relles y Feliz Navidad. de parte de Paula y Mer para papa». Así, tal cual, para comérsela a besos. No sólo por pensar en mí, si no por pensar en su hermana, como siempre. No hay nada que no haga ella para sus padres que no lleve la rúbrica conjunta de Paula y Mer, aunque Merceditas no entienda todavía ni de qué va…

El regalo más grande que nos puede hacer Paula a sus padres es, exactamente, eso, tener a su hermana tan presente en su temprano día a día.

La «gordita», como ella la llama, forma parte de todos sus juegos en casa. Sé que puede parecer más que normal en una pareja de hermanas al uso pero, creedme, teniendo en cuenta que una de las niñas da todavía tan poquito juego a la otra, es digno de admiración la pasión que le ponen estas personitas a sus hermanos «especiales».

Y es que las navidades son unas fechas ciertamente sensibles para una familia con un niño en estas circunstancias. Si no te preparas y te proteges lo suficiente, podrás ser muy vulnerable a la morriña que despierte en ti el ver a un montón de niños por todas partes, perfectamente sanos, disfrutando cada uno con lo suyo. Céntrate en seguir como hasta ahora, disfrutando de tus hijos, que para ti son perfectos.

Ya digo, personalmente, tenemos la suerte de que nuestra hija mayor nos ayuda muy mucho a llevarlo mejor. Con esas cosas, la dejo en su cole todos las mañanas, y hasta mediodía no puedo olvidarme de esa estampa que veo mientras le doy un beso y me despido de ella y siempre, siempre, le digo lo mismo: «anda, sé buena, pásatelo bien y aprende mucho». «Y no tengas prisa por crecer», bueno, eso me lo pienso para mí…

Yo las llamo a las dos mis amores piojos, precisamente por eso, porque no puedo quitarlas fácilmente de mi cabeza…

 

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hoy es el día

3 diciembre

Si lees esta entrada todavía en jueves 3 de diciembre, has de saber algo, y es que hoy es el Día Mundial de las Personas con Discapacidad. En un calendario de «días mundiales de» es fácil que pase desapercibido, como otro más del que sólo se acuerden los que les toque de cerca.

No es pacífico el término de «discapacitado» y es comprensible, aunque no lo comparta. Como persona de letras, entiendo que las palabras, por sí solas, no tienen ni intención ni alma, no hieren si no es lo que quiere quien las lanza. Personalmente, ya digo, me da absolutamente igual el término que se utilice para hablar de mi hija porque a mí, ya a estas alturas, no tiene que demostrarme ni lo que es ni lo que vale.

Hay bastante que celebrar en un día como éste. Es más, si por mí fuera, ya hubiese inventado el Día del Orgullo Diferente o el Día del Orgullo de los Únicos, porque bien que vale la pena.

Hoy es el día del «claro que puedes» que miles de personas repiten a alguien cada vez que se viene abajo intentando superarse; el día del «no más lágrimas» o mejor, el de «me encanta tu sonrisa». El día del «no te puedo querer más, vida mía».

Hoy mismo es el día del «gracias, Juan o gracias, Vero, Cristina, Rosalía, Karina, o Lourdes, Ana, Rosario…» y tantos miles de profesionales que hacen de sus tripas corazón y sacan adelante a nuestros niños. Es el santo día «de los que se dejan la piel en una sala de fisio» y «de los ángeles que permiten que no abandonen esa lucha diaria».

Es el día de la esperanza que visualizan los padres en el esfuerzo que le ponen una y otra mañana, es el día del llanto vencido por la sonrisa, el día de «no estás solo» del «llámame cuando quieras» y del «puedes contar conmigo».

Es el día de «ya no me acuerdo de los malos ratos» y del «voy a por mis sueños», del «no me mires raro», del «todos somos diferentes» y del «me encanta como soy». Día del amor propio y día para el reconocimiento de méritos a punta de pala.

Hoy es el día de «vamos Merceditas, Isabel, Sofía, Sara, Mateo, Rodrigo, Lola…», hoy es día de los pequeños luchadores y también de los veteranos de las mil y una batallas contra los caprichos de la genética. Hoy es un gran día, no te quepa duda.

Hoy es nuestro día, de los padres que decidimos otro buen día que nuestros hijos y sus limitaciones dejaran de ser invisibles, que sus problemas estuvieran sólo en sus cuerpos y no en nuestras cabezas.

Recuérdalo porque, precisamente hoy, no es un día cualquiera, es el Día de la Venganza de las Sonrisas.

 

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asterisco

asterisco

Toma, te lo presto. O, mejor, te lo regalo. No te preocupes, si tengo más…

Parece una tontería pero, créeme, no lo es. Así, con esa cara de inofensivo que tiene, te puede salvar de muchas malas situaciones que encontrarás a lo largo de tu vida.

No lo subestimes, parece un simple signo pero significa una gran cantidad de cosas que, quizás ahora no valores lo suficiente, y mañana puedas agradecerme muchísimo.

Llévalo siempre encima, junto al DNI y a la tarjeta sanitaria, y acuérdate de que lo tienes a mano, si no es tontería.

Las instrucciones de uso son bastante simples. Ante un momento que merezca una pensada, plas, lo plantas como quieras, en una esquinita de tu cabeza, y lo dejas pendiente de madurar. Lo mismo te valdrá para circunstancias negras, tristísimas, que de aparente euforia.

Precisamente, cuando de nuestros niños se trata, nosotros hemos tenido que tirar mucho de él. Hay consultas y consultas y, si te tomas muy en serio las primeras impresiones, te pueden tumbar de lo lindo y hacerte un daño tan hondo como gratuito que luego tarde lo suyo en irse.

De verdad, si te sientas frente un médico y te da una noticia de esas para las que nunca estás preparado, hazme caso, sácalo y haz uso de él, verás que luego se digiere mejor. Pide una segunda opinión, o no, o simplemente quédate con la primera pero te la tomas con más calma y una taza de café.

Te digo que también es útil en momentos de subidón, de falsa y pasajera alegría. Los padres de niños con necesidades especiales, con el tiempo, nos vamos curando de espanto, y no nos sientan bien ni las tan malas ni las tan buenas. Más que nada porque, si difíciles de encajar son los golpes duros a la primera, viéndolos venir, los disfrazados de blandos son peores aún.

Cuesta acostumbrarse, sí, pero hay que proteger al corazón. Si te me vienes muy arriba por nada, más dura podrá ser la caída, y tu hijo te necesita intacto, sin excusas para no rendir a todo lo que puedas dar.

Lo siento pero, a partir de ahora tendrá que ser así, con unos y con otros. No está tan mal, ya me lo reconocerás.

Este utilísimo regalo te servirá incluso en otros escenarios, no necesariamente médicos. Cuando te llegue algún comentario sobre tu hijo, o sobre los hijos de otros padres que te chirríe, ya sabes, en cuarentena. Cuando las comparaciones se presenten más inoportunas y odiosas que nunca, ni caso. Cuando alguien te dé un «superconsejo» sin pedirlo y suponga un cambio radical de tus esquemas, nada, a estudiarlo.

Lo maravilloso de nuestra situación es que aprendes a tomártelo todo con otro aire, sin prisa, sin la seriedad y pompa de otras épocas. Nada será tan serio y definitivo como el bienestar y la felicidad de tu hijo, así que nada estará exento, en adelante, de revisarlo al menos un par de veces para que merezca tu visto bueno.

En fin, bienvenido al mundo de lo provisional. Ahí te dejo mi asterisco, a ver qué me haces con él…

 

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