A menudo, los padres, contando alguna experiencia con la salud pública, convertimos en centro de nuestras críticas a cualquier médico o profesional que nos haya tocado en suerte para atender a nuestros chiquillos. Es normal, nosotros también lo hemos hecho. Tened en cuenta que se trata de nuestros niños, y que, como haría una leona con sus cachorros, no toleramos la más mínima tontería para con ellos.
En ocasiones, exageramos. En otras tantas, quizás tengamos razón pero puede deberse a un mal día de la persona en cuestión. Nosotros tenemos una imagen generalizada de todos los profesionales de lo público, en conjunto, bastante favorable. Si hubiera que calificarlos rondarían el notable alto.
Los fallos del sistema no pueden emborronar el buen servicio que prestan sus componentes. Creemos que hace falta una vocación mayúscula para entregarse, como lo hacen, a su trabajo. Pensadlo bien, cualquier función que se trate, dentro de un hospital, la de cosas desagradables que te pasan frente a tus ojos al cabo del día. Hay que querer mucho tu profesión para ir todos los días aguantando el tipo, hay que ser generoso de verdad para entregarte a los demás de esa manera, y hay que ser casi un santo para aguantarnos a todos, uno detrás de otro, cada cual con nuestras manías.
Con todo esto de Merceditas, hemos encontrado unos profesionales para quitarse el sombrero, con un trato que excede en mucho lo que cabe esperar. Luego, además, te das cuenta que no ha sido algo puntual, cuando el comentario se repite de unos padres a otros. Son pediatras, especialistas, anestesistas, enfermeras, en fin, son el alma de un centro público.
La primera persona que me viene a la cabeza es la Dra. Ruth Capitán, del Centro de Salud Carlos del Pino, de Córdoba. Hace todo esto mucho más llevadero, te escucha, se acuerda de cada mínimo detalle de otras consultas, si no tiene una respuesta en el momento sabes que te llamará para tu tranquilidad, transmite una calidad humana que se agradece. Sientes como sabe tratar a la pequeña con dulzura, incluso cuando estás hablando con ella a los ojos, te das cuenta que acaricia la manita a la pequeña, y ella la reconoce como una mano amiga.
El pediatra es tu conexión con ese mundo tan complejo de especialistas y la sintonía con él es más que fundamental. Nos sentimos especialmente afortunados.
Conexión importante también es en lo que se basa el trabajo de las llamadas «enfermeras de enlace». No sé si es algo propio del Servicio Andaluz de Salud o si existe en otros sistemas autonómicos. Es un invento de lo más práctico. La nuestra se llama Lourdes, y te recuerda a la típica niñera entrañable, eficiente y cariñosa como sacada de una película de otra época. Una tata.
Es muy, muy cercana y tiene una cabeza increíble. Se encarga de llevar y cuadrar la agenda de todos sus pequeños pacientes. Se acuerda de todo y de todos. No hace falta que le comentes nada, pues siempre va dos pasos por delante. Como la mejor de las secretarias, cuando la ves ya te dice de memoria todas las citas que tienes en los próximos días. Hace que coincidan en los días, localiza tu historial para que llegue cuanto antes al departamento que lo espera, y hace pequeños milagros de hospital. La quieren un montón, y se ha convertido en madrina -Hada Madrina- honorífica de más de uno por méritos propios. Nos descubrió cosas como la tarjeta Más Cuidado, con la que los padres de niños con necesidades especiales tienen muy buenas ventajas.
Por fuerza me tengo que acordar de la Dra. Mercedes Zapatero. Ya no está en lo público pero, en otro tiempo estuvo al frente de neonatos y de alguna otra sección de maternidad. Seria en el gesto cuando le relatas los síntomas y dulce, muy dulce cuando te toca llorar. Habla con la autoridad moral que le da su experiencia y sales completamente tranquilo de sus consultas. Nos gusta que tenga siempre un ojo puesto en nuestra niña. Nos conoció estando Mercedes embarazada y nos siguió hasta el punto de asistir al quirófano en el parto. Es como una una abuela ya para la peque.
Hay una persona que no ha tratado a la niña directamente, pero que la conoció antes incluso de que naciera. La Dra. Mónica Miño, de Medicina Fetal, ha sido clave para que Merceditas esté hoy aquí. Cuando más agobiados estábamos por los diagnósticos prenatales que nos daban, ella marcó un antes y un después al centrarnos «en lo que de verdad importa». Fue distante cuando tuvo que serlo. Su trabajo lo requiere. Y fue de una sensibilidad extraordinaria cuando más falta hacía. Creo que se nos quitaron las tonterías a raíz de seguir sus indicaciones.
Los primeros fisioterapeutas de Merceditas, Rosario y César, que trabajaban con ella cuando sólo tenía tres meses. No es fácil realizar ejercicios a un muñeco de trapo. Es así de gráfico, de hecho, en algunos sitios se hace referencia a los niños con hipotonía usando ese término. Cariño, cariño y cariño, eso es lo que daban a mi niña con sus manos cuando ni tan siquiera era capaz de enfocar la vista. Y así está ahora…
Montse e Isabel, genetistas, se han volcado de lleno con nuestra hija. Cada vez que tenemos ocasión, nos pasamos a verlas y siempre tienen algo más interesante que comentar. Muy proactivas. se agradece.
Todo el equipo de anestesistas y, en especial a las dos Lourdes. Es muy, muy difícil la tarea que les toca cada vez que la peque tiene que entrar en quirófano. Tienen toda la paciencia del mundo, y sé que cada pinchazo en vano a ellas les duele más aún.
Hay otros muchos más especialistas que tratan a la niña en un montón de departamentos del Hospital Universitario Reina Sofía, nefrología, oftalmología, traumatología, radiología, dermatología, neurología, digestivo, hospital de día… En fin, que nunca nos olvidamos de la labor de todos los doctores y enfermeras que ya conocen el expediente de la niña, Gallardo, Ibarra, Garnacho, Jiménez, Valdivieso, Jaraba, González de Caldas, López Laso, Vázquez, Antón, García y un sin fin de batas blancas por delante de los que desfila Merceditas en sus idas y venidas al hospital, sin dejar de contar con el personal de urgencias.
Todo un ejemplo de buen servicio y sentido de la responsabilidad. Buen trabajo, señores, de verdad que podemos estar todos orgullosos. Debe ser por eso que todos visten de blanco, porque, en el fondo, tienen que tener algo de ángeles por dentro para dedicarse a esto…
No os conozco pero ya os tengo una profunda admiración y cariño. Vuestra vida es toda un acto de generosidad, hacia la niña y, hacia todo lo que os rodea. El mundo necesita gente como vosotros. Mucha fuerza para seguir adelante!
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Tengo el placer de conocer a la Dra Ruth Capitán, fue pediatra de mi hijo y es, efectivamente una profesional en su trabajo y trato increíble con los niños, así cómo otros profesionales que mencionais.
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La verdad es que estamos en muy buenas manos…
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Gracias por acordaros de nosostros, una de las cosas bonitas de nuestro trabajo es conocer a gente como vosotros. Genial esta inciativa. Besos.
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Es lo justo, César. Gracias por cuidar tan bien de nuestra niña…
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