En la vida de uno hay unos fenómenos que podemos definir como aquellos momentos donde, pudiéndose dar dos alternativas posibles, estuvo apunto de darse la que al final no se dio. Son los casis.
Hay casis que pueden provocar alivio, respiro por no haberse producido el peor de los escenarios -casi nos estrellamos-. En ellos hay una carga tremenda de conciencia de lo sucedido, y quizás de moraleja si se sabe aprovechar la experiencia.
Hay otros casis que pueden provocar frustración, lástima, como cuando se deja a una novia después de haberle puesto toda la intención -casi fuiste la mujer de mis sueños-. Parece como si se desease volver atrás el tiempo para intentar rescatar la otra de las salidas.
O incluso otros casis donde se presume de haber optado por la vía más favorable -casi me equivoco contigo, y casi te entrego mi vida-. La satisfacción que proporcionan estos casis suele ser directamente proporcional al nivel de desengaño experimentado con según qué personas.
Hay casis serios y casis de broma. Casis absolutos y casis relativos, que tienen distinta interpretación según se miren. Casis definitivos y casis temporales, casis increíbles y casis que ni lo son.
Me imponen mucho respeto los casis, de verdad. Creo que se puede aprender mucho de ellos.
Existen otros casis que saben a motivación, a ganas de superarse. Casis que guardan siempre una oportunidad más para dejar de acordarse de ese casi -casi lo consigo, la próxima será-. Sin duda, los mejores casis, los que valen cualquier pena y los que te dejan con ganas de más.
Son éstos los que más me importan ahora. El otro día tuvimos una sesión de seguimiento de los avances de nuestra hija en el Centro Al-Mudaris -no me canso de daros las gracias, Ana-. En esa sesión vimos muchos pequeños logros, fruto de un trabajo espectacular que están dando una respuesta en la niña igual de sorprendente.
Poco a poco, vemos como Merceditas va sumando metas a su larga carrera de fondo, y eso anima, muchísimo.
Se trabaja de forma tal en el «cole» que, cuando te sientas a ver todos esos avances de golpe, empiezas a atar cabos de los cambios que has notado en casa. Esas manías que antes no tenía, esos gestos que suenan ya, de algún modo, más a comunicación, esas cosas que hacen que la niña sea un poco más niña.
No exageramos los padres cuando decimos que estos hijos nuestros son unos auténticos campeones, en absoluto. No se les puede quitar ni una micra de mérito.
Se pasan muchas más horas trabajando que el resto de los niños en un cole tradicional. Al cabo de la semana, pueden sumar más tiempo de estimulación sensorial o cognitiva, de cualquier tipo, que yo trabajando. Y se dice muy pronto, pero es para verlo.
Todavía van faltado medallas que colgar, pero ya llegarán, seguro. Ahí están los casis de los que hablaba, pequeñitos, sí, pero muy cargados de emoción y sentimiento para mí.
El otro día, como digo, en esa sesión delante mía, casi se quita los zapatos ella solita. Casi señala perfectamente con su dedo índice lo que quiere que le acerques. Casi hace ciertos sonidos a la primera, con sólo escucharlos. Casi pintorrea con las manos en un mural. En fin, el otro día casi me dice papá, por primera vez, y casi, casi, tampoco exagero, yo me muero.
…
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Precioso!!! ADELANTE!!!
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😉
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Algún día, esos » casis» serán «ya». Enhorabuena y mucha fuerza para seguir adelante.
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Seguro que sí! Bs…
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Totalmente, «casi» nos morimos nosotros de alegría, al ver a Mercedes. Esto es fruto de ella y de esa familia tan maravillosa que tiene detrás. Muchas felicidades y eso si que son unos buenos reyes.
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