un paseo por la playa

paseo

Se acabó el verano. Lo han dicho en los informativos. Al menos las vacaciones para el grueso de los mortales. Las nuestras han sido un tanto atípicas. Con la niña escayolada de costillas a tobillos, se comprende que la opción de playa la hayamos descartado para ella, aunque no para su hermana, que le encanta la arena.

Bueno, ahí queda; y con él, las semanas que faltaban para quitarle esas escayolas. El próximo martes, si nada lo impide, se las cambian por un aparato algo más llevadero que los yesos. En fin, ya queda menos.

A pesar de eso, el verano ha dado de sí más de lo que yo esperaba. Una vez cogimos, nosotros y ella, el truco a las escayolas, hemos podido hacer una vida más o menos normal. Mucho juego y mucho contenido para pasar mejor las horas, que se han traducido, por ejemplo, en un esfuerzo de la niña por comunicarse para conseguir lo que quería. Ya no soy «pompa», ahora soy «babá», que no está nada mal.

Hemos conocido más familias interesadas en lo que hacemos, en colaborar y volcarse con toda la ilusión del mundo. Curiosamente, entre esas familias, las había con y sin niños «especiales». No sabéis la alegría que da encontrar gente así. Es lógico, cada cual tiene su agenda, sus ocupaciones y preocupaciones, y resulta difícil hacer hueco para un cometido como el que proponemos. Por eso, cuando encuentras a esas familias, valoras doblemente su esfuerzo.

Hemos tenido la oportunidad de compartir opiniones con todo tipo de gente acerca de lo que hacemos, lo que queremos hacer y cómo hacerlo, y cada conversación enriquece aun más la idea inicial de este proyecto. Los que se comprometieron desde el principio, consolidan su disposición, y los que lo hacen ahora, de nuevas, vienen con muchas ganas. Eso es bueno, se nota y se contagia.

Hemos encontrado en las pulseritas una forma fácil de llamar la atención de propios y extraños hacia todo esto. Si lo piensas, no es nada, un trozo de cuerda y metal que queda más o menos mono en la muñeca pero que, quien lo ve y conoce lo que hay detrás de él, rápidamente se siente identificado de algún modo con su portador. Eso nos ha encantado. Nos han llegado mensajes de apoyo en forma de pedidos y fotos desde todos los puntos de la geografía. ¿Quién nos iba a decir que iban a dar para tanto esas gafitas? Nosotros, ya digo, encantados…

Hemos perfilado un poquito más las formas de actuación de la futura fundación tomando nota, de boca de posibles familias beneficiarias, de las cosas que se pueden mejorar, y eso se convierte en un acto más de responsabilidad que queremos asumir. Gracias al apoyo recibido, nos sentimos con las fuerzas necesarias, viendo lo visto, y llegados a este punto.

En estos días de verano, un largo paseo por la playa invita a la reflexión, a tomar conciencia y perspectiva de las cosas que el estrés diario no te permite y así, mientras vas contando las olas que mojan tus pies, vas barriendo el suelo que pisas con tu mirada, descubriendo la de cosas que te trae la marea.

Hay quien pide imposibles al mar. Hay quien, simplemente, se deja sorprender, a ver qué llegará. Y hay quien, sorteando piedras y conchitas, espera su oportunidad para empezar a nadar. En breve, nos tiramos al agua. ¿Te apuntas?

Cualquier cosa, dejad un comentario -al final de esta página- o escribid a miaoquehago@gmail.com

Quieres saber qué proponemos? Pincha en este enlace:

https://miaoquehago.wordpress.com/2014/09/29/gafas-para-todos/

Quieres colaborar? Pincha en este otro:

https://miaoquehago.com/2015/06/07/mia-como-vamos-y-como-colaborar/

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