cosas de niñas

cosas de niñas

El jueves pasado tuvimos una sesión muy curiosa en Al-Mudaris, el «cole» de la niña, que no me resisto a contarlo.

Si tuviera que explicar con mis palabras a lo que se dedican en ese centro, supongo que basan todo su esfuerzo en desarrollar las habilidades del niño que tienen que ver con el lenguaje, con la interacción social y lo cognitivo.

De algún modo, sientan las reglas básicas de la comunicación, le meten en la cabeza a la niña cómo funciona eso de la expresión entre iguales.

En el cara a cara, parece que ya está claro. Merceditas responde muy bien, y acciona y reacciona ante los actos más habituales. Al gesticular con la cara, al emitir sonidos. Es algo muy entretenido de ver, de seguir como invitado de lujo a las sesiones y de comprobar en casa cómo se van consiguiendo los frutos anunciados.

Ya digo, es curiosísimo aprender a captar la atención de la peque de una forma divertida, ver cómo trabajan la imitación y estimulan y modelan la conducta para que ella, poco a poco, exprese `por sí sola mínimamente lo que quiere.

El otro día se trataba de trabajar la interacción social. Para ello, la seño Ana se valió de un equipo muy altamente cualificado: Paula, Daniela y Chiara. Entre las tres expertas no suman más de 20 años mal contados. Efectivamente, eran su hermana y dos amiguitas con las que compartimos descansillo y ascensor.

No sé qué tiene la profesión de maestra, pero puede ser la primera que atrae a los niños de tal manera que todos, alguna que otra vez, juegan a serlo y les encanta meterse en el papel.

Ahí estaban todas ellas, sentadas en círculo, y convirtiendo dos horas de terapia en 120 minutos de juegos, cantos y risas, cada cual pasándoselo tan bien como la que más.

Al principio le costó un poco, con todos esos cambios de interlocutor, de formas de contar las cosas, de entonación. Pero, luego, se ve que comenzó a entender en qué consistía todo aquello, y seguía con la vista a cada una fijando la atención en quien tocaba en cada turno. Fue emocionante, verla jugar como una más.

Los niños aprenden de los demás casi tanto como en el colegio. Y el objeto de la terapia es, precisamente ése, aprovechar el escenario natural de la niña, conseguir implicar a su entorno más cercano, distinto de sus padres. Con el tiempo, se puede contar en casa con toda una clase de alto rendimiento del aprendizaje, con un «pequeño magno» claustro de profesores, donde antes tenías sólo un cuarto de juegos.

Trabajará en casa siempre que quiera al tiempo que esté con sus amigas, y tendrá una sonrisa de oreja a oreja que no se le borrará mientras haya voces, risas y ambiente de chiquillas correteando por las habitaciones.

Da gusto verla, por fin, comenzar a disfrutar de todas esas historias que tanto gustan a los de su edad. Nos encanta pensar que, más pronto que tarde, habrá alguien más en casa a quien le guste disfrazarse de princesa, bailar frente al espejo y pasar las horas entre amigas, que es como mejor se está, jugando y riendo en lugar de tanto trabajar, haciendo precisamente todo tipo de cosas de niñas.

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