en estas fechas, amores piojos

christmas

Sé que corro el riesgo de volverme repetitivo una y otra vez con lo mucho que hay que volcarse con los hijos, pero es que no puedo evitarlo.

Cuando algo ocupa tu pensamiento la mayor parte de tu tiempo puede rozar la obsesión pero, ¿y si lo haces queriendo? ¿Y si disfrutas tanto con ello que, a la más mínima excusa, ya estás buscando en tu cabeza imágenes de tus niñas que te vengan a a alegrar el día?

Se acerca la Navidad, y por fuerza te vuelves más ñoño, más vulnerable a esas cosas, a pasar más rato con ellas, a dar una vuelta por la calle para que se vuelvan locas con el ambiente y las luces, a regatear con lo que incluir o no en la carta de los Reyes…

En fin, el cuento de la Navidad tiene por protagonista un niño y, como todos los cuentos, es para los niños.

Creo que no hay que evitar esta querencia que tenemos algunos para volver a pensar como ellos durante estos días. Ayer, mi hija mayor, de 6 años, me dio un Christmas, con tres gatitos monísimos bajo un manto de estrellas de purpurina. En otras circunstancias le hubiera corregido las tres o cuatro faltas que tuvo en sólo dos líneas. Ayer, precisamente, me mordí la lengua porque me hizo mil veces más ilusión el gesto, tan infantil y espontáneo, que cualquier otra cosa.

Leo: «Felizes Relles y Feliz Navidad. de parte de Paula y Mer para papa». Así, tal cual, para comérsela a besos. No sólo por pensar en mí, si no por pensar en su hermana, como siempre. No hay nada que no haga ella para sus padres que no lleve la rúbrica conjunta de Paula y Mer, aunque Merceditas no entienda todavía ni de qué va…

El regalo más grande que nos puede hacer Paula a sus padres es, exactamente, eso, tener a su hermana tan presente en su temprano día a día.

La «gordita», como ella la llama, forma parte de todos sus juegos en casa. Sé que puede parecer más que normal en una pareja de hermanas al uso pero, creedme, teniendo en cuenta que una de las niñas da todavía tan poquito juego a la otra, es digno de admiración la pasión que le ponen estas personitas a sus hermanos «especiales».

Y es que las navidades son unas fechas ciertamente sensibles para una familia con un niño en estas circunstancias. Si no te preparas y te proteges lo suficiente, podrás ser muy vulnerable a la morriña que despierte en ti el ver a un montón de niños por todas partes, perfectamente sanos, disfrutando cada uno con lo suyo. Céntrate en seguir como hasta ahora, disfrutando de tus hijos, que para ti son perfectos.

Ya digo, personalmente, tenemos la suerte de que nuestra hija mayor nos ayuda muy mucho a llevarlo mejor. Con esas cosas, la dejo en su cole todos las mañanas, y hasta mediodía no puedo olvidarme de esa estampa que veo mientras le doy un beso y me despido de ella y siempre, siempre, le digo lo mismo: «anda, sé buena, pásatelo bien y aprende mucho». «Y no tengas prisa por crecer», bueno, eso me lo pienso para mí…

Yo las llamo a las dos mis amores piojos, precisamente por eso, porque no puedo quitarlas fácilmente de mi cabeza…

 

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