pequeños guiños, grandes gestos

manos

Acabamos de dejar atrás las navidades, pero no termina de irse su olor, que se siente en más de un detalle de la gente que nos rodea.

Nos empeñamos en pedir que el mundo cambie y no nos damos cuenta que ya lo está haciendo, de forma casi imperceptible, pero lo está haciendo. Una playa nunca se hizo en un día, lleva su tiempo.

Un montón de amigos nos hacen llegar sus granitos, sus pequeños grandes gestos que suman unos a otros, de forma tal que, al final formarán una impresionante estampa.

Un ejemplo, cuatro familias de Rute, en Córdoba, han tenido uno de esos gestos geniales, discreto, pero cargado de un contenido enorme.

Han decidido ser originales este año y, en lugar de gastarse dinero en regalos de los de siempre, corbatas, colonias, ropa… lo han metido en un sobre junto con una emotivísima carta y se lo han entregado a unos de los padres que están ya trabajando en este proyecto.

El mensaje cala, y poco a poco se van viendo los primeros resultados. Mucho más importante que los números económicos que puedan dar contenido material a esta iniciativa, está el objetivo de tocar un poco la fibra sensible a cada uno de nosotros, haciendo por lo menos reflexionar sobre los valores que de verdad les guste vivir y transmitir.

En esas familias hay niños, y esos niños están aprendiendo algo muy valioso. Por un lado, la existencia de otros niños con algunas limitaciones que les distinguen en cuanto a la posibilidad de hacer según qué cosas con normalidad. Por otro, la valía del esfuerzo para conseguir metas personales. Por último, la satisfacción que reside en simples gestos, que nada tienen que ver con lo material.

A veces, resulta complicado explicar por qué uno se siente bien al hacer algo altruista. No se encuentran las palabras para esa satisfacción, pero es muy real, sin duda.

Algo parecido pasó con Ana, una niña de unos seis años quien, al ver el video que circulamos el otro día, preguntó a su madre «qué es una fundación», «para qué sirve»… Tras explicárselo su madre, la pequeña le dijo: «Mamá, yo quiero coger parte del aguinaldo que me ha dado la abuela y darlo a esa fundación». Eso, y un bonito dibujo que hizo para «inmortalizar» su gesto.

¿Cuánto valen esos detalles? Por sí, puede que sean pequeños pero, son enormes si te paras a analizarlos, a compararlos y a ver que no son nada habituales. Lo fácil suele ser compadecerse un minuto y olvidarlo al siguiente; lo difícil, mostrar un mínimo de compromiso y hacer algo en consecuencia, por nimio e insignificante que pueda parecer.

En serio, para las familias que ya estamos metidas en esto hasta las trancas, son estos pequeños guiños los que nos dan cuerda cada día, y los que hacen que, uno tras otro, valga la pena ponerle ilusión a todo esto.

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