locos por sus huesos

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Y, además, es literal. Prácticamente desde que nació, estamos pendientes, cada tres meses, de cómo tiene sus huesitos. En concreto, su cadera izquierda.

Al parecer, el retraso madurativo generalizado que presenta la peque, alcanza también al progreso de su evolución ósea. A día de hoy, con dos años y cinco meses mal contados, aún está por desarrollar algunas partes de sus caderas.

La izquierda, además, corre el riesgo de luxarse, de salirse de su ubicación correcta. Hay una parte de la pelvis, llamada acetábulo, tiene que presentar una forma con la misma curva que tenga el hueso de la cadera, así encajar perfectamente sin posibilidad de que se salga de su sitio.

Se trata de una displasia de cadera, y es un problema de lo más normal en bebés. Es más, se suele detectar al momento de nacer, haciendo un chequeo postural de las piernas, buscando que suene o no un chasquido que indique la existencia de esa luxación o una tendencia a ello.

En función de la gravedad de la displasia, el traumatólogo puede recetar un tipo de aparato corrector u otro, que van desde el Arnés de Pavlik, pasando por un corsé más rígido o hasta el escayolado de ambas piernas. Todas esas soluciones, como os podéis imaginar, van de la más flexible a la más rígida.

Si, con el tiempo, tampoco se corrigiese la displasia, se suele pasar por quirófano, para intervenir y provocar artificialmente el mismo efecto. Se trata de evitar una luxación total del hueso a toda costa.

En el caso de Merceditas, con el bajo tono muscular que presenta -hipotonía-, el riesgo de que se salga el hueso es muy bajo, por lo que comenzamos con el arnés y, al año aproximadamente, nos indicaron el corsé.

Al principio, hubo de llevar el arnés 24 horas al día, 7 días a la semana, por lo que estuvimos un tiempo sin poder sacar todo el partido que podíamos a la rehabilitación. La peque se acostaba todos los días, boca arriba, con las piernas abiertas en dos ángulos rectos, como si fuera una ranita, y así, cruzábamos los dedos por que aguantase el mayor tiempo posible.

Luego descubres que la opinión de unos y otros no va siempre en el mismo sentido. Los traumatólogos, son partidarios de bloquear el cuerpo, y dejar hacer al paso del tiempo. Los fisios, son proclives a conseguir pequeños hitos a base de trabajo, pero sin limitar los movimientos de la niña.

Pasan los meses, y la niña va pidiendo más juego y las terapias más movilidad. Entre los fisios y los ejercicios que le hacemos en casa –Vojta-, conseguimos que vaya irguiendo su cuerpecito, y esos artilugios cada vez eran más difíciles de llevar.

Hoy hemos vuelto a tener revisión y sigue a su ritmo, que es desesperadamente despacio. En cualquier caso, el hecho de que no nos mencionen el quirófano, de momento, nos tranquiliza.

Ya no se lo ponemos todo el día, sino sólo para dormir. Juntando todos los factores, hipotonía, hiperlaxitud, retraso madurativo, el resultado deseado queda aún muy lejos de llegar, pero ahí estamos, casi locos. Locos por verla levantarse poquito a poco, locos por que tengamos que salir tras ella por toda la casa, locos, en fin, por sus huesitos, en todos los sentidos…

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